sábado, 28 de febrero de 2015

BERAKO MAKIL DANTZAK



MAKIL DANTZAK
 de BERA
Makil dantzak de Bera es una colección de nueve danzas de paloteado y una zagi-dantza a la que hay que sumar un pasacalle también paloteado. Se representa en la plaza de Bera el día 3 de agosto, fiesta de su patrono San Esteban.

La jornada comienza con las dianas de los txistularis y los gaiteros y sobre las diez y media el Ayuntaminento acompañado por los txistularis y makildantzaris del Grupo Gure Txokoa y la Bandera de la Villa se dirige a la iglesia del titular de la Parroquia donde se celebra la Misa Mayor cantada por la coral de Bera. Tras la misa tiene lugar el baile de la bandera y la actuación de los dantzaris y txistularis que interpretan la bordon dantza y las makildantzak. Tras dar una o dos vueltas a la plaza, los makildantzaris forman en dos filas enfrentadas.

El makil dantza beratarra, conectado con las danzas de la vecina tierra de Lapurdi, tiene carácter sencillo y singular encanto. Parece concebido para la iniciación rítmica y memorística de muchachos adolescentes aunque admite fornidos mozos, si bien el folclore vasco lo trata como grupo de danzas infantiles. Frente a las octóstilas construcciones vizcaínas, riberas u ochagavianas, el makildantza beratarra exige doce makildantzaris para su ejecución. En la plaza de Bera actúan dos conjuntos completos de doce muchachos, uno formado por niños y otro por jóvenes.


Todos los números del ciclo comienzan con una llamada, atia, de diez notas ligadas que toca el txistulari. En ella los danzaris, en la posición básica -erguidos, mirando de frente al compañero y con los palos sobre los hombros- dan un rápido giro sobre sí mismos. Esta llamada, o entrada, tiene en Bera una clara función de aviso y preparación que permite iniciar cada parte de manera sincronizada. En apenas tres segundos el dantzari debe recordar y visualizar mentalmente el siguiente número y arrancar con un golpe preciso que debe darse al unísono, sin otra preparación que la de la neutral llamada.

Las nueve primeras danzas ofrecen diversas variaciones de paloteado que básicamente se ejecutan por parejas enfrentadas ya que, salvo algún número que rompe la formación binaria, la mayoría presentan únicamente golpes consigo mismo y con el compañero. Aunque algunas la tienen, la letra no suele ser cantada pero sí sirve a los dantzaris en los ensayos. La tercera de ellas en particular es también una makil dantza laburdina y se corresponde con una canción popular, de la que existe otra versión en Baztán, cuya letra dice:

Hiru xito izan eta lau galdu
gure xitoaren ama nor jan du?
purra purra egin nion atetik
ta kukurruku egin zatan eltzetik
gure txitoaren ama olloa
axeriak kendu dio lepoa.


Y en otra versión:

Iru txitu izan eta lau galdu!
Nere txituaren ama zeñek jan du?
Axeriyak jan diyo lepua
eta erretore jauna tronkua.


Y la coplilla descriptiva que ajustaban al cuarto número decía así: En mi pueblo hay tres hermanos / que se llevan muy bien / el alegre Bidasoa/ la carretera y el tren.

La zagi-dantza que cierra la serie requiere otros tres componentes que, ataviados con abarcas, boina y blusa negra, sujetan en sus espaldas sendos odres inflados sobre los que cae el contundente golpe final con derribo jocoso del porteador. De esta danza, quizá anterior al resto, hay variantes en el folclore vasco como la Jorrai dantza guipuzcoana. Para zagi-dantza solo se precisa un palo, por lo que los makildantzaris se desprenden de uno. Hay noticia de haber empleado uno más largo para esta mudanza que era facilitado por un colaborador en el momento, en tanto que los zagiak eran dos.

"Los de las pellejas se meten agachados entre las dos filas, y, al son de una melodía de aire monótono y primitivo, avanzan y reculan con los doce danzantes, que llevan el palo largo al hombro, y que cada vez que reculan, golpean las pellejas infladas, seis en cada pelleja, metiendo un ruido sordo, que causa el regocijo de la gente."

Pío Baroja.                                      
Los golpes son elementales y apenas existen mudanzas o cambios. Básicamente se golpea con un palo, derecho o izquierdo, o con dos palos al mismo tiempo. El golpe puede ser también del revés o inverso. Hay golpes bajo la pierna y vueltas sobre sí mismo con cinco golpes. También se da la curiosa figura, observada en otros folclores, en la que el danzari golpea el palo que su compañero mantiene horizontal entre sus piernas. Muchos de los movimientos bien podrían ejecutarse únicamente con las manos, como se hace en los juegos infantiles y en las esku-danzas.

Esquema de los distintos modos de entrechocar las makilas (según Antonio Goya):

1.     Golpes Normales
1.     Golpe Normal Derecho
2.     Golpe Normal Izquierdo
3.     Golpe Normal Con Los Palos Juntos
2.     Golpes Inversos
3.     Golpes Bajos
1.     Bajo La Pierna Derecha
2.     Bajo La Pierna Izquierda
3.     Bajo Detrás
4.     Bajo Delante
4.     Vuelta de los 5 golpes

Esta colección, que ya se bailó en las fiestas Éuscaras de 1880, debe en buena manera su pervivencia a un txistulari, maestro de danzas y amante apasionado de su Bera natal, D. Antonio Goya. Goya recogió en los años cuarenta del siglo XX con mimo y detalle la descripción gráfica, las partituras y las instrucciones para el baile de los diez números. El minucioso trabajo, que fue premiado en el Concurso Nacional Musical y Folklórico de 1947, ha sido publicado en más de una ocasión y ha servido, hecho insólito en la historia de la difusión de la danza, a diversos grupos folclóricos para aprender e interpretar las danzas. Es evidente que la sencillez de sus mudanzas y la casi ausencia de pasos de baile hacen posible esta forma inusual de transmisión. Al autor se debe, probablemente, la sustitución del palo largo y la introducción del tercer portador de zagi.


En cuanto a la indumentaria: los danzaris visten de blanco, pantalón y camisa, con faja y boina rojas, alpargatas con cintas rojas trenzadas y un vistoso pañuelo al cuello. Como en tantas danzas de fiesta ritual, sujetan bajo la rodilla con cintas de seda una suerte de telilla o zapa con cascabeles de distintos tonos. La originalidad de los beratarras está en el brazalete de cascabeles, similar al de las pantorrillas, que atan a los antebrazos. Este instrumento sonoro colocado en los brazos, habitual en lejanos ritos, no lo es en Euskal Herria. Es un tipo particular de sonaja en la que varios cascabeles están fijados a una tira de tela o cuero que se ajusta al cuerpo del ejecutante. Su uso está vinculado a determinadas danzas y sirve a los propios dantzaris para sostener una base rítmica. Se colocan en la pantorrilla (Lesaka, Otxagabia...), en los brazos (Bera) e, incluso, en la cabeza (cosidos en el zorongo, Ribera del Ebro). En Bera, el diseño de estos brazaletes debe respetar unas reglas cromáticas, ya que sólo son admitidas las combinaciones del rojo con ribetes amarillos, azules o verdes, del azul con ribetes amarillos o rojos, y del verde con ribetes rojos o amarillos. Las makilas son de mayor dimensión que en Otxagabia o Cortes, pero también su manejo es más tranquilo. Miden algo más de medio metro y rondan los tres centímetros de grosor. Las prefieren, por su sonoridad, de acacia, sin menospreciar la más asequible haya.


 Estas son las danzas que componen el ciclo de makil-dantzak:

1.     Lehenbiziko dantza
2.     Bigarren dantza
3.     Hirugarren dantza (Hiru txito)
4.     Laugarren dantza
5.     Bostgarren dantza
6.     Seigarren dantza (Mitzeltzene)
7.     Zazpigarren dantza
8.     Zortzigarren dantza
9.     Bederatzigarren dantza
10.  Zagi Dantza
11.   Kalejira (Pasacalles)

BIBLIOGRAFIA

 
Mikel Aranburu Urtasun
2013



miércoles, 25 de febrero de 2015

La Marinera



Breve Historia de la Marinera

La danza de la Marinera es uno de los mayores arquetipos de nuestra riqueza mestiza: hispana, andina y africana, y que refleja una síntesis parcial de nuestra historia. Este baile es el encuentro de dos almas que demandan un estallido de amor, donde el hombre como conquistador español intenta someter a la mujer indígena que se rebela, cuyo cortejo utiliza rituales sensuales de los esclavos, quienes al sonido del cajón presencian dicha imposición.

Antecedentes


El remoto antecedente de la Marinera se encuentra en el siglo XVII, con el Fandango, que probablemente a nació en Perú por el año de 1600. Fue una danza de pareja que representaba el enamoramiento y el cortejo, y que fue censurado por la Iglesia y la Corona. Esta danza mezcló lo característico de los tres grupos étnicos del virreinato y luego fue exportado a España, formando parte de su tradición. En 1606, el obispo Toribio de Mogrovejo hiso mención peyorativa en Saña (Lambayeque) de los bailes “zapateados” y en 1712 el francés Amedee Frezier hace la primera referencia textual sobre una danza limeña al que denominó “zapateo”. Estos bailes eran mal vistos por la élite conservadora, emitiendo severas sanciones para quienes las practicaban en público. 


 En el siglo XVIII surgen danzas que van a definir la estilística musical regional. En su viaje por la diócesis de Trujillo, el obispo Baltasar Martínez Compañón (1779-1790) recoge en sus láminas los diversos bailes étnicos de españoles, indios, negros y mestizos, donde se aprecian el uso del pañuelo, movimientos de zapateo y coloridos atuendos. También aparecen partituras de tonadas regionales, de cuyas notas tienen similitud con la Zamacueca (madre de la Marinera), tales como “La Donosa”, “Lanchas para Bailar” y principalmente “El Conejo” (con fuga análoga a la de la Marinera). 

 
A principios del siglo XVIII, también surge el Tondero, primero con los bailes procedentes de Morropón (Piura) y luego fue incorporado el canto en Saña (Lambayeque). El Tondero es una danza que conserva un espíritu rebelde y errante: una mezcla de expresivo ritmo alegre, vivaz y atrevido, que mimetiza la actitud del gallo y la gallina cuando el macho persigue a su hembra para el apareamiento. Este baile va a servir de modelo para el surgimiento de la Zamacueca y, luego, la Marinera.

La Zamacueca, una danza de jarana


Como veremos más adelante, el nombre de Marinera fue acuñado a partir del año 1879, por lo que anteriormente se conocía con otros nombres. Uno de los bailes que reúne características análogas al de nuestro tiempo, fue el de la Zamacueca y que, a mediados del siglo XIX, adoptó diversos nombres, como lo precisó Carlos Prince en su libro Lima Antigua (1890), aseverando que «La zamacueca, conservando siempre su índole y el genio de su música, ha sufrido varias denominaciones, como por ejemplo: maisito, ecuador, zanguaraña, chilena, y últimamente marinera» (II: 35). Entonces, el origen más cercano a la Marinera es la Zamacueca; pero ésta ¿cuándo empieza a practicarse? 

 La primera referencia del término zamacueca, la otorga el historiador peruano José Durand (1987), según lo encontrado en el Archivo de Indias de Sevilla alrededor del año 1780; pero no menciona la ubicación exacta de tal documento. Por otro lado, son los testimonios de visitantes extranjeros los que documentan el término. Según el compositor chileno José Zapiola, en su libro Recuerdos de treinta años: 1810-1840, publicado en 1872, la zamacueca fue una danza limeña muy contagiosa que traspasó fronteras:
 
San Martín, con su ejército, en 1817, nos trajo el cielito, el pericón, la sajuriana y el cuándo, especie de minué, que al fin tenía su alegro. Estos últimos bailes podrían mirarse como intermedios entre los serios y los de chicoteo, pues no daban lugar a las desenvolturas que se ven en los otros que nos vinieron del Perú desde el año de 1823 hasta el día.

Desde entonces [1823], hasta hace diez o doce años [1860], Lima nos proveía de sus innumerables y variadas zamacuecas, notables o ingeniosas por su música, que inútilmente tratan de imitarse entre nosotros. La especialidad de aquella música consiste particularmente en el ritmo y colocación de los acentos, propios de ella, cuyo carácter nos es desconocido, porque no puede escribirse con las figuras comunes de la música (Cap. VI).

 
En los testimonios más tempranos, la zamacueca aparece como originaria de Lima y que empieza a expandirse a otros países desde la coyuntura de la independencia. Esto quiere decir que estaba en su memento de consolidación. Por ende, es lógico suponer que su origen se remontase varias décadas anteriores, posiblemente desde la segunda mitad del siglo XVIII, como señala Durand.
 

Desde el primer cuarto del siglo XIX, la Zamacueca concentraba la atención de varios viajeros, quienes no duraron en contar sus experiencias a sus paisanos. Una descripción muy detallada sobre los trajes del baile fue anotado por el viajero William Ruschemberg en 1833, quien dice: 

[…] en un rancho estaban dos africanos danzando la zamacueca con música de una arpa rústica, acompañada por voces nasales de dos negras vistosamente vestidas y con el cabello rizado y adornado de flores, una estaba sentada en el suelo, golpeando al compás del cuerpo, el instrumento (arpa) don sus palmas. La bailarina estaba de blanco, con volantes hasta la rodilla y un chal de algodón de colores vivos anudado a las caderas, con el objeto de cortar considerablemente la falta. Los brazos estaban desnudos y brillando en negro puro; en una mano sostenía un pañuelo blanco que hacía revolar una y otra vez por el aire mientras que la otra sostenía su vestido por detrás […] su compañero de danza usaba amplio calzón corto de color canela abierto sobre medias y calzoncillos blancos que se veía por la abertura bordados con alegres motivos. Una chaqueta blanca y el cinturón de las bragas. También él usaba sombrero de Guayaquil […] la danza consistía en avances y retrocesos de uno y el otro, en un rápido arrastrar de pies al compás de la música, y ocasionalmente ejecutaba lascivos movimientos para el regocijo de los que miraban […] (Citado por Méndez 1998).
 
Respecto a las características de los movimientos de baile, a finales del siglo XIX, el alemán Ernst Middendorf escribió perspicazmente lo siguiente: 

[…] al final de los bailes después de haber terminado las rondas, las cuadrillas y también el cotillón, algunas se designan a condescender a los ruegos y prolongados cortejos de bailar la danza popular peruana, la zamacueca. Esta danza es una representación mímica en la que el bailarín solicita la gracia de su dama. Los bailarines se colocan uno frente al otro, a poca distancia, levantando un pañuelo blanco, con la mano derecha. Se mueven entonces al compás de la música, mientras que el pañuelo es agilizado sin cesar en círculos o lateralmente, se acercan más el uno al otro y así los dos dan una vuelta completa para volver a alejarse. La misma maniobra vuelve a repetir luego pero los bailarines se alejan menos, los giros se hacen cada vez más rápidos, el bailarín se vuelve cada vez más impulsivo, hasta que finalmente la dama debe rendirle lo que da a entender al terminar con una repentina vuelta y dirigirse apresuradamente a su sitio. (Citado por Méndez 1998).
 


El historiador limeño Manuel Atanasio Fuentes en su Lima. Apuntes históricos, descriptivos, estadísticos y de costumbres (1867) ofreció una importante anotación sobre los instrumentos utilizados por los afroperuanos:
 
El baile exclusivo de Amancaes es, como ya se indicó, la zamacueca. La orquesta de este baile se componen de guitarra y arpa, a estos instrumentos se le agregaba una especie de tambor, hecho regularmente de un cajón, cuyas tablas se desclavaban para que el golpe sea más sonoro. Tocándose este instrumento con las manos o con dos pedazos de caña, sigue el compás de la música y anima a los bailarines. Como el cajón es el alma de la orquesta, la plebe ha dado a la zamacueca el nombre de polka de cajón (p. 154). 

De acuerdo a las características de cortejo del baile —de indudable influencia africana—, la Zamacueca fue la contracción de “zamba clueca”, aludiendo una mujer que se comporta como una gallina que busca dónde empollar.

 

En los documentos, la Zamacueca casi siempre aparece como originaria de Perú; pero como es usual en el vecino país del sur, Chile lo adaptó a sus costumbres y lo reconoció como baile nacional, cuyo nombre derivo simplemente en “Cueca”. Según el historiador argentino Carlos Vega (1953), esta variante tuvo gran éxito en la segunda mitad del siglo XIX, cuyo intercambio musical alcanzó a diversos países de Latinoamérica, incluido Perú.
 

La “cueca” chilena fue conocida en otros países sencillamente como “la chilena”, y en Perú, la primera referencia registrada apareció en el periódico El Liberal del 11 de septiembre de 1867, como un canto popular de jarana. Para aquella época, las peculiaridades de la Zamacueca adoptaron diversos nombres.

De vuelta a casa: La Marinera como unión nacional



Al comenzar la Guerra del Pacífico, no fue bien visto seguir llamando “chilena” al baile muy practicado por el pueblo peruano. En 1879, el escritor huamachuquino Abelardo Gamarra Rondó, “El Tunante”, propuso el cambio de nombre por el de “marinera” en un artículo del diario “El Nacional”, y que luego fue publicado en el libro Rasgos de Pluma en 1899, bajo el título de “El baile nacional”. Según sus argumentos: 


El baile popular de nuestro tiempo, se conoce con diferentes nombres: se le llama tondero, mozamala, resbalosa, baile de tierra, zajuriana y hasta el [18]79 era más generalizado llamarlo chilena; fuimos nosotros los que, una vez declarada la guerra entre el Perú y Chile, creíamos impropio mantener en boca del pueblo y en momentos de expansión semejante título, y sin acuerdo de ningún Consejo de Ministros, y después de meditar en el presente título, resolvimos sustituir el nombre de chilena por el de marinera; tanto porque, en aquel entonces la marina peruana llamaba la atención del mundo entero y el pueblo se hallaba vivamente preocupado por las heroicidades del “Huáscar”, cuanto por el balance, movimiento de popa, etc. etc. de una nave gallarda dice mucho con el contoneo y lisura de quien sabe bailar, como se debe, el baile nacional.
 

Marinera le pusimos, y Marinera se quedó, por supuesto que por entonces, y para que la semilla fructificara, lanzamos no pocas letras picarescas a las que ponían música esos maestros incógnitos que no se sabe dónde viven, pero que nos sorprenden con sus músicas deliciosas:
 
Ven, china, ven,

ven y verás

y verás a los chilenos

que nos quieren gobernar

si te dan, si te dan

si te dan el ¡alto quien vive!

tú dirás, tú dirás, tú dirás

¡Viva el Perú! ¡Muera Chile!
 
Al son de este canto sucumbió la Chilena y se levantó gallarda, como la bandera del Huáscar, la marinera, para llegar a ser arriada probablemente con mucha dificultad. El pueblo le ha tomado cariño y lo que el pueblo quiere, lo consagra con su bendición inmortal (Gamarra 1988:10-11).

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Luego, en el afán de preservar la Marinera, A. Gamarra junto a José Alvarado, “Alvarito”, decidieron inmortalizarla en el pentagrama con una melodía denominada “La Decana”. Fue una tarea difícil contratar a un especialista que tradujese una composición popular a la escritura académica hasta 1892, cuando “El Tunante” asistió al concierto de piano de una talentosa niña limeña, de 12 años, llamada Rosa Mercedes Ayarza, a quien se le encargó el proyecto. Así nació “La Concha de Perla”, más tarde conocida como “Concheperla”, siendo la primera Marinera escrita en pentagrama.


En adelante, la Marinera no solo era bailada por los sectores populares, sino que volvió a los bailes de salón de la clase alta. Asimismo, se acentuaron las características de los diversos espacios culturales de Perú, dando origen a diversas versiones de Marinera, distinguiéndose en norteña, limeña, sureña, andina y amazónica.


 Bibliografía
CALOMA POCARDI, César. “La verdadera historia de la Marinera”. Voces: Revista Cultural de Lima, año 9, N° 32, 2008.

 

DURAND, José. Conferencias sobre la Marinera. Lima: Centro Social Cultural Musical, 1987.

 

FUENTES, Manuel A. Lima. Apuntes históricos, descriptivos, estadísticos y de costumbres. París: Libería de Firmin Dirot, 1867.

 

GAMARRA, Abelardo. “El Baile Nacional”. En La Marinera: Danza Nacional del Perú. Lima: Banco de Crédito, 1988.

 

MARTÍNEZ COMPAÑÓN, Baltasar. Truxillo del Perú. Tomo II. Madrid: Ediciones Cultura Hispánica, 1985.

 

MÉNDEZ, Daniel. La zamacueca en testimonios de viajeros. Santiago: Ed. Retablo, 1998.

 

PRINCE, Carlos. Lima Antigua. Fiestas Religiosas y Profanas. Serie 2°. Lima: Imprenta del Universo, 1890.

 

REBAZA, Sergio y Luis Miguel ESPEJO. Entre el pañuelo y el sombrero. 50 años del Concurso Nacional de Marinera. Lima: Elefant, 2010.

 

VEGA, Carlos. La Zamacueca. Buenos Aires: Julio Korn, 1953.

 

ZAPIOLA, José. Recuerdos de treinta años: 1810-1840. Santiago: Imprenta de El Independiente, 1872-1874.
   
   Historiador


lunes, 23 de febrero de 2015

RUBEN JORGE LAHUERTA

Desde estas líneas, me acuerdo del ser, ser maravilloso que más preguntas me ha hecho en Argentina acerca de la danza vasca. Esta manera de recordar a nuestro amigo, dantzari, asador, dicharachero y profesor el cual nos ha dejado en estos días, es un paso mas en esas danzas, las cuales se lamentaba por no conocerlas de antes. Allá donde este Rubén sé/sabemos que no habrá baile, mesa y reunión donde no la inundes con tu felicidad.


 



  Aitor Alava
23/2/15

domingo, 22 de febrero de 2015

Danzas Juego



 DANZAS-JUEGO
A falta de una clasificación sistemática e inventariado de todas las danzas tradicionales del país, y al margen de unas mínimas categorizaciones establecidas, delimitamos aquí mismo una tipología que habitualmente se escapa, por su particularidad, al resto de formas coreográficas.


Nos referimos a las "Danzas-juego" con sus respectivos componentes y con una melodía que, a veces, se acompaña de su propia letra. Ofrecen la forma más espontánea y divertida de danzar, siendo utilizadas, no obligatoriamente, en fechas prefijadas y en un principio, según los testimonios más antiguos, con poco público pasivo asistente.


Han sido, y son, realizadas tanto en interiores, como en exteriores. En un origen, por jóvenes y adultos, hasta cierta edad, del sexo varón. En contadas ocasiones por muchachas o mujeres.


Habitualmente no solían ser coincidentes con las realizadas por niños y niñas. No obstante con el paso del tiempo, muchas de ellas han ido trasvasándose, de forma progresiva, al mundo infantil, considerándose, por error, como propias, en origen, de los más pequeños.


Tipologías y tipos


Si bien la estipulación, formulada a mediados del siglo XX, como genérica de "Danzas-juego", a lo largo de la geografía del país, y en lugares determinados, se siguen manteniendo ciertas denominaciones locales.


En Luzaide (Nafarroa), por ejemplo, a este tipo de danzas locales, se las conoce como Kalapita jantzak. En el Valle de Baztan (Nafarroa), donde el ciclo contiene un fuerte componente de juego, se las conoce como Irri dantzak o Jostaketa dantzak.


Aquí no se van a citar todas, sino las más conocidas dentro del amplio abanico existente. Para ello las diferenciaremos en dos grupos básicos y a partir de los mismos desgranaremos cada unas de las particularidades, siempre teniendo en cuenta que aquí no se mencionan las que en parte, o completamente, se utilizan animales.


Sin duda alguna, las Irri dantzak del Valle de Baztan (Amaiur, Arizkun, Azpilkueta, Elizondo, Erratzu...) como ciclo compacto y con denominación de origen, son las más conocidas en Euskal Herria. La historia de las mismas, así como su coreografía y músicas han sido publicadas en diferentes ocasiones.

Dicho ciclo está compuesto por1:

  • Bizkar Dantza / Bizker Dantza
  • Eskalapoin Dantza
  • Esku Dantza
  • Ipurdi Dantza
  • Jean petit qui danse / Xanpetrike / Xapenpetiki dans / Lepetike dans
  • Isats Dantza / Itsas Dantza / Itses Dantza
  • Katadera Dantza
  • Katadera Dantza inguruan
  • Paxa Dantza
  • Saskito Dantza
  • Zartain Dantza
  • Zurrume Dantza

De todas estas danzas, existen variantes coreográficas y musicales fuera del valle. Algunas de ellas como la Katadera Dantza recibe otros nombres como Alki Dantza, Silla Dantza, Kadera Dantza o Kadira Dantza, circunscribiéndose su ámbito geográfico a Nafarroa.



De Bizkar Dantza encontramos paralelismos directos con el "Baile del Plego" de Ablitas (Nafarroa) o Ezetz ixetukoa de Otxandio (Bizkaia). Lo mismo sucede con Saskito Dantza y Almute Dantza practicada en el Valle de Ultzama (Nafarroa).


Isats Dantza, al igual que Korrea Dantza o Ugal Dantza contienen un componente añadido al juego y, éste, es el castigo. Al que no haga repita los movimientos del primero será golpeado con una escoba o cinturón o, como en el caso de la Zartain Dantza, al que se quede sin silla para sentarse se le embadurnará la cara con la sartén, a la que previamente se ha pringado con corcho quemado.



Junto a las anteriores más extendidas, nos vamos a detener en una danza ejecutada en la mayor parte de la zona vascófona de Bizkaia, el norte de Araba y parte de Gipuzkoa. Nos estamos refiriendo a Txakolin (Dantza).


De sencilla coreografía, existen algunos estudios no publicados y ciertos retazos conocidos. La variabilidad, por otro lado mínima, da un margen coyuntural producido por tener su propia letra, la cual se antoja peculiar y nos dice de la particularidad del momento de ejecución, así como de la no necesidad de instrumento musical alguno que acompañe a ello.


"Txakolin, txakolin,
txakoliñek on egin,
txakoliñek emongotso
Maritxuri zer egin.
Aurten merke, igez karu
ez da inportadutzen,
txakoliñek emongotso
Maritxuri edaten.
Txakote, majote,
txako, txako, txakote,
txakote, majote,
haraxe ta honaxe.
Peruxe, Maruxe,
Peru, Peru, Peruxe,
Peruxe, Maruxe,
haraxe ta honaxe.
Txako, txako, txako,
txako, txako, txakote,
txako, txako, txako, txako,
akabue dok euxe."

(letra de la versión de Txakolin Dantza procedente de Loiu (Bizkaia).


También existen otras danzas donde el utensilio utilizado es obligatorio para su ejecución. Las tenemos en las que se utilizan palos, Makil dantzak, generalmente por Carnavales: en los pueblos guipuzcoanos de Amezketa (Talaik), Abaltzisketa (Txantxo Dantza); o en Lapurdi, con el nombre de Makil ttippi. O en las que, además, se ha de golpear a un pellejo de vino, vacío e inflado: Zaragi Dantza, Zagi Dantza, Zaku Dantza o Jorrai Dantza, repartidas por los territorios de Gipuzkoa, Bizkaia y Nafarroa.



Otro factor importante en la configuración de una "Danza-juego" es la animosidad y la provocación de la risa mediante el aspecto jocoso. Esto lo encontramos, sin lugar a dudas, en las Sorgin Dantzak de Oria (Gipuzkoa) (procedente de Bergara (Gipuzkoa) y de Antzuola (Gipuzkoa) y la Txino Dantza de Aretxabaleta (Gipuzkoa), donde los muchachos, una parte vestidos con indumentaria femenina hacen gestos y toqueteos que producen hilaridad en el público.


Una vez más, la fuerza del lenguaje, y del idioma, nos resulta rico en la variedad de denominaciones y variaciones lingüísticas del fenómeno.

1Entre paréntesis otras variantes lingüísticas, circunspectas al ámbito del Valle de Baztan o de otros pueblos.


A las más específicas


Frente a las "Danzas-juego" que ocupan mayor extensión en el país, nos encontramos con otras que únicamente se encuentran adscritas a un solo lugar.

De esta forma y como ciclo existente en una sola localidad nos encontramos con las nueve danzas de Carnaval de Lizartza (G) o las conocidas de San Juan de Berastegi (G). En ambos casos, la consolidación del conjunto, así como la cierta similitud existente, las hace un referente a tener en cuenta, no solo por los movimientos, pasos y gesticulaciones, éstas últimas un tanto peculiares, sino también por la utilización de diversas herramientas (palos, broqueles, alabardas, etc.).


Si bien, en ciertas ocasiones, como pueden ser entre otras las anteriormente citadas, el manejo de utensilios se hace de forma únicamente coreográfica, en otras, se hace más evidente y palpable su utilización, tal y como ocurre con la Maskuri Dantza de Hernani (G). Singular por su ejecución, ya que el cortejo sale y entra por portales, callejuelas y comercios, como por la contundencia física ejercida por sus componentes, arreando a diestro y siniestro con las vejigas infladas que portan.


La actitud manifiesta de que el sujeto pasivo, de alguna manera, forme parte del acto, también produce una conjunción de distintas relaciones a nivel social y de comunidad. Tal es el caso, también, de Pipaón (A) donde, a eso de las 12 h. de la noche del día 15 de agosto y situados en medio de la plaza, donde se encuentran las ascuas de una hoguera recientemente encendida, se forma una cadena de muchachos asidos por sus correspondientes cinturones, en cuyo primer lugar va un anciano portando una larga rama de boj. El "Cachupín", como así se llama esto, tiene una letra que es cantada a coro por todos los vecinos que se encuentran allí, al mismo tiempo que el grupo dibuja una serpenteante figura intentando, esquivar, al mismo tiempo el golpe con la vara y el introducirse en los rescoldos.



De la participación con un cierto componente de riesgo para la salud a otra mucho más llevadera y teatral. Son los simulacros de oficios, como los de los afiladores (txorrotxak), castradores (kerestuak), caldereros (kauterak) o kukulleroak de las Maskaradak de Zuberoa, la Bizar Dantza y Zapatain Dantza de algunas localidades de Lapurdi, o las que llevan títulos que las confieren tal particularidad, como en Billabuena (A) y pueblos colindantes de La Rioja.


Por último, nos encontramos con la "Danza-juego" más compleja de las practicadas hoy en día, por ser la que mezcla algunas de las características de las anteriormente citadas. Nos estamos refiriendo a la Azeri Dantza (o Axeri Dantza) realizada en los pueblos guipuzcoanos de Andoain y Aduna. Algunos de sus movimientos nos recuerdan las Bizarrak erretia de Lekeitio (Bizkaia), donde con teas encendidas y a hombros intentaban quemarse las barbas.


Sin duda alguna, la combinación de sencillos pasos, la variedad de juegos en cada una de sus diferentes partes, la participación en conjunto o individualmente, las variaciones melódicas y la estructurada ejecución, hacen de la misma una de las más completas en su tipología.


Y con animales


La tradición, al parecer, marca y fundamenta el porque de ciertas costumbres arraigadas en el sentir del pueblo.


La utilización de animales, con o sin sacrificio forman parte, tanto desde el punto de vista ritual como desde el lúdico.


El grueso de los juegos en los que se utilizan aves se encuentran encuadrados en los "Juegos no musicados", siendo algunos de éstos los que, con una melodía, concreta o no, pertenecen al otro grupo, es decir al de "Juegos musicados". En unos los participantes son niños y niñas, en otros jóvenes.


Tanto en uno como en otro, encontramos dos tipos. Por un lado, Oilar Jokoa u Oilasko Jokoa. Generalmente se entierra el ave en tierra, con la cabeza fuera y, al ritmo que marca un tambor o una melodía apropiada, se procede al degüelle con una espada o sable afilado o, simplemente, a tocarlo con una espada de madera, previamente adornada.


Por otro, los juegos con gansos u ocas, Antzarrek, ensebados por el cuello, bien en tierra, bien en el agua, generalmente con un claro final: la decapitación, con espada o con la mano y el peso del cuerpo.


No obstante, se ha de tener en cuenta que todos estos actos han ido disminuyendo o desapareciendo: bien por la pérdida de los hábitos sociales; bien por la obligación de leyes establecidas contra el maltrato de animales.

Bibliografía


Emilio Xabier Dueñas
2008